lunes, 21 de octubre de 2013

PERDURARÁS EN CADA CORAZÓN IEGAMAR

“POR SIEMPRE ALEGRE”

Por Elodia María Meléndez. Docente Iegamar

El pasado 23 de Agosto, la institución educativa Gabriel García Márquez, perdió uno de sus profesoras más queridas: la compañera Luz Yaneth Restrepo Gallego, quien falleció, luego de una breve pero penosa enfermedad, que se le descubrió en un grado muy avanzado. El hecho  sorprendió, entristeció y aún lo lamenta  la familia Iegamar.
Luz Yaneth, se desempeñaba en esta institución como profesora del área de artística de séptimo a undécimo, desde el año 2011, cuando vino a llenar la vacante que dejó el profesor Francisco Jurado, quien fue trasladado.
Tan pronto arribó al colegio, impactó por su alegría, y dinamismo. Rápidamente se hizo amiga de todos, su cercanía invitaba al diálogo, a departir y compartir. A los  pocos días de haber llegado,  parecía que llevaba muchos años, y nosotros sentíamos como si la conociéramos de toda la vida. A su lado se reía, se gozaba y se aprendía; pues sus conversaciones  permitían reconocerle un gran sentido del humor  y un amplio bagaje cultural.
Sin embargo, ella no sólo se dedicó a alegrarnos los días con sus frases mágicas y sus salidas graciosas. La profe, como le decían sus alumnos, con su arrolladora personalidad, su bien definida vocación y su “filosofía de la vida”. Dio ejemplo de responsabilidad, confirmando que la labor profesional se puede asumir con compromiso, sin que ello signifique ir en detrimento de  nuestros criterios y cosmovisiones. Se puede “disfrutar la vida”, haciendo bien lo que nos corresponde, y al mismo tiempo siendo felices y contagiando a los otros de la paz interior o la alegría  que sentimos. Así se percibe en una de las canciones de su preferencia: “Por siempre alegre”, de la orquesta La Selecta, como si ésta fuera el presagio  de  su rápida partida.
Y es que  nuestra compañera, era una cajita de riquezas, ella sí que supo aplicar a su vida, el coro de la mencionada canción: “Vive la vida, mira que se va y no vuelve”; ya que  “llevó una vida bien aprovechada”, asegura su padre, don José Restrepo, “pues el estudio fue una constante en su historia personal; se dedicó a él, desde que cursó preescolar, hasta los días previos a su muerte. Siempre leía, era una crítica del estado, vivía empapada de la situación del país y preocupada por sus problemas. Defendía la justicia, al pobre y al artista de base, tal vez por eso era tan aceptada por la gente”.
Luz Yaneth, cursó su primaria en la escuela  de su barrio de la infancia: Santander, y la secundaria el liceo Pedro Nel Ospina, siendo en ambos, excelente estudiante. “Nunca tuvimos que ayudarle con tareas”, reconoce su padre; no obstante,  “sus logros eran destacados”. Realizó su carrera universitaria con esfuerzo, pues eran varios hermanos preparándose como profesionales; sin embargo, esto no menguó su sed del conocimiento. Se preparó, y  ejerció en varios colegios de Medellín, y  llegó a laborar como docente de cátedra de la universidad de Antioquia,  en diferentes sedes de las subregiones,
Esta gran profe, era amante de la música, en especial de  la salsa; de la sana diversión y de las expresiones artísticas.  Disfrutaba la pintura y logró definir algunos hermosos cuadros que no comercializó, porque los regalaba a sus seres queridos, a cada hermano le obsequió uno   Y es que ella, desde muy joven, hizo parte de la Escuela Popular de Arte y se formó como bailarina, especialmente de tango;  cuestión  que  le permitió visitar países como México,  Islas canarias, Ecuador, Perú y República Checa.
La EPA, como se le llama  a esta escuela de arte, fue su vida. A ella estuvo vinculada por alrededor de veinte años, allí fue escalando todos los niveles: niños, jóvenes, adultos, hasta que se dedicó a formar semilleros y tuvo sus propios alumnos, dentro de la organización,  y en sus clases particulares. En la amplitud de su apartamento, había adecuado dos habitaciones, exclusivamente  para esta tarea. También conformó grupos en el sector de Laureles y en el barrio Guadalupe. Sus sobrinos, testigos de esta pasión, terminaron, casi sin darse cuenta, siendo miembros de la EPA, discípulos de su tía y cofundadores de sus grupos.
La  mujer incansable y de estatura pequeña, que salía del Gabriel García, y reanudaba labores en cualquier sector de la ciudad, ya como catedrática de la U, como maestra de danzas o aún de natación; tuvo tan férrea voluntad, que mucho  antes de cumplir la mayoría de edad ya vivía independiente. Sus alumnos y amigos, pronto identificaban su carácter  aguerrido y emprendedor, que los condujo a bautizarla como “La ratona”, algunos, y como “La muñeca brava”, muchos otros. Esta dama diminuta y de personalidad  fuerte, tenía un corazón inmenso  y una gran debilidad: su familia. Era la cuarta de seis hermanos, a quienes amó al extremo. Vivía al tanto de sus dificultades y muy atenta a aportarles en lo que estuviese a su alcance. De sus sobrinos era mamá, preocupada por sus cosas, pero ante todo amiga.
Era amiga de su familia y amiga de sus amigos. Esto se pudo evidenciar en su corta enfermedad, y en sus funerales, pues fue visitada por compañeros de todas las instituciones donde había pasado en sus bien vividos años: el José Acevedo, el Merceditas, el Limonar de San Antonio de Prado,  el colegio de Robledo, los de la escuela de pintura, los de teatro, los de un grupo de Natación que había creado, y ni hablar de los de danzas; asegura su señor padre.
 Natacha Murillo, compañera de labores y amiga incondicional, lo confirma cuando dice: “Soy afortunada por haber conocido una mujer tan linda, transparente, inteligente, capaz de enfrentar cualquier circunstancia, echada para adelante, una mujer llena de valores , de recuerdos, de relatos, una mujer con una capacidad hermosa de hacer amigos y una verdadera guerrera”. Además agrega: “Una  mujer que dejó en mi vida una huella enorme, una mujer que creía en la vida, en el amor, en la familia, en los sueños, en la libertad, en la palabra, en la

lectura, en las pasiones,  una mujer capaz de irradiar una bella sonrisa y  de contagiar a la gente de su alegría. Yaneth,  una mujer  que llegó a mi vida para llenarla de colores.


SÍ, así era Luz Yaneth Restrepo, mujer diminuta que  dejó huella en cada ser querido que la amó,  en cada amigo o amiga que la acogió, y en cada institución y corporación donde se desplegó, pasó dejando aromas de alegría, de sueños, de compromiso, de fortaleza. Aún consumida por la enfermedad, en los umbrales de la muerte, nuestra compañera estuvo alegre, sonriente, fuerte,  porque los perfumes finos, los que perduran, vienen en empaques pequeños. Ella, perdurará en nuestros corazones.

5 comentarios:

  1. Profe Yaneth te recordaremos en el colegio por siempre

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  2. profe YANEHT te queremos decir que atu MUERTE la FAMILIA IEGAMAR esta muy triste
    portu gran MUERTE .
    porsu puesto el grado 3-1 nicolascorrea. y yeisondavid

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  3. SANTIAGO Y JUAN DIEGO 31
    PROFE YANET NOSOTROS SABEMOS QUE NOS OBSERVANDO PARA QUE NOSOTROS ESTEMOS BIEN EN TODO MOMENTO NOSOTROS LAMENTAMOS TU MUERTE PERO NOSOTROS SABEMOS QUE NUESTRO DIOS TE LLAMO POR UNA RAZON QUE FUE MUY IMPORTANTE PARA TI. GRACIAS POR CUIDARNOS.

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  4. ÁNGEL Y YEISON 3.1
    PROFE YANET AUNQUE MORISTE, MORISTE PORQUE DIOS TE QUISO ALLÁ JUNTO A EL.
    JAMAS TE OLVIDAREMOS YO Y TU FAMILIA IEGAMAR

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  5. mateo 3.1
    profe YANEHT te queremos on que tumuerte nosen tristesion YO enespesial

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