LA
AVENTURA DE QUIKE
Por: Jorge Iván Bobadilla Misse 7º1
Érase
una vez un niño alto, rubio, de
ojos verdes y juguetón, llamado Quike. ÉL quiso volver al pasado, a la prehistoria, y
pintar una imagen. En el tiempo de Quike ya existían las maquinas del tiempo,
por esto, se dirigió al museo donde había una. Aconteció que camino al museo Quike
vio a un señor que tenía el bolsillo roto y se le caían todos sus billetes. Decidió
recoger todos los billetes y entregárselos al señor, dijo:
_”Señor
se le están cayendo sus billetes”
El
señor mirando a Quike dijo: ”Que niño tan honrado gracias”.
Quike
siguió su camino, entro al museo y vio
los huesos de un dinosaurio feroz, asustado fue al baño y oró diciendo:
-”Dios
te pido que por favor me ayudes para que no me de miedo la cara tan fea de ese
Dinosaurio”.
Dios
se fijó en la oración del niño e hizo que sintiera valor y no le diera susto
cuando viera el dinosaurio tan feo. Quike
siguió su camino y encontró su objetivo, la máquina del tiempo, se paró en ella
y dijo:
-”¡oh!,
máquina del tiempo, por favor llévame a la prehistoria”. Y enseguida el viaje
comenzó y Quike se asombró diciendo: “¡oh! Que genial”.
Al llegar vio un mundo totalmente diferente a
lo que él conocía. A comparación de él todo era gigante e impresionantemente
bonito; los humanos vivían en cuevas huyendo de los dinosaurios, porque eran
muy grandes. Entonces miró su mochila y sus materiales para pintar. De repente
llegó un enorme Dinosaurio, pero esta vez vivo; Quike recordó lo que le oró a
dios y dijo:
-“Tengo
fe en dios. Y por eso no me pasara nada”:
Fue
tan suertudo que el dinosaurio no lo vio y se fue, entonces Quike se dispuso a
pintar. Se fijó que no veía bien el dinosaurio que quería pintar, ya que donde se encontraba había muchas matas
que no dejaban ver bien. Recordó que en la clase de Educación Física aprendió a
correr muy rápido entre obstáculos y que en la clase siempre le ganaba a sus
compañeros, y corrió muy rápido para que
el Dinosaurio no lo viera y pudiera acabar de terminar su pintura pero antes de
terminar vio que una niña cavernícola, alejada de su familia, que se encontraba
en una cueva comiendo sancocho de dinosaurio iba a ser atrapada por un feroz
dinosaurio y Quike le gritó:
-“¡niña
ten cuidado ven aquí, porque ese dinosaurio te va a comer!”.
Pero la niña no hizo caso ya que no le entendía.
Entonces Quike
les gritó a los cavernícolas que estaban en la cueva:
-“¡Oigan
esa niña va a ser devorada por ese dinosaurio ¡sálvenla!”.
Pero
no hicieron caso porque no le entendieron ya que los cavernícolas no hablan
español.
Entonces
Quike armado de valor dejó sus pinturas en un lugar protegido, salió
rápidamente a salvar a la niña, pero en el camino se le atravesó otro
dinosaurio, aunque el sintió mucho miedo se armó de valor y lo adelantó por el
lado derecho y lo rebasó, pero el dinosaurio persiguiéndolo no se fijó y calló
en un hueco, rugiendo hasta que llego al fondo, permitiendo que Quike pudiera
llegar donde la niña, la tomó de la mano. Pero el dinosaurio que parecía comerse
a la niña se lanzó sobre ellos y casi se los come si no es porque un
cavernícola tenía su arma en forma de lanza y el dinosaurio calló sobre ella y
murió salvando a Quike y a la niña. Luego los cavernícolas le agradecieron a
Quike en el propio idioma de los cavernícolas, pero Quike no entendió nada
porque solo decían: -“oh oh ha ha “. Entonces Quike quiso que los cavernícolas
vieran su pintura pero cuando fue a buscarla la encontró toda arruinada, llena
de lodo. Quike se puso a llorar y pensó:
-“Si
no hubiera ayudado a esa niña, mi
pintura no se hubiera dañado.”
Con
rabia fue a la Caverna para regañar a los cavernícolas por haber causado el
daño de su pintura. Pero al llegar allí, los cavernícolas le tenían un regalo:
una escultura, súper bonita. Un trozo de piedra con un dibujo de un dinosaurio.
Y con eso se fue contento a casa. Sí amigos, Quique no sólo se llevó una gran
lección de amistad y compromiso sino que vivió la más grande aventura de su
vida.
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