Por Carlos José Vélez
Otàlvaro Coordinador Iegamar
Sí que ha cambiado el clima en
Medellín, en todos sus ámbitos, desde
que tengo memoria hasta ahora. En lo referente a la temperatura ambiente, la temperatura no pasaba de los 19 grados,
incluso en las horas del mediodía, de ahí, se deriva el título de “La Ciudad de la Eterna
Primavera¨.
A los niños,(éramos una nube,
mucho menor que la de las mariposas) jugando siempre a la vista de los mayores,
los acompañaba el vuelo de pequeñas mariposas negras con rayas amarillas, el
vuelo de las golondrinas y los bellos arreboles que se formaban encima de las
montañas.
Los juegos callejeros, acompañados de la risa, la
alegría y los gritos infantiles, eran la única preocupación en los días de
vacaciones y fines de semana (la cuadra moría en tiempos de estudio).
Después de hacer tareas, en las
horas de la tarde (era doble jornada escolar), nuestra “labor” principal era
oír en la radio las aventuras de Kalimán, “El hombre increíble “, y de Arandú, “El príncipe de la selva, que se
transmitían de lunes a viernes, y nos hacían vivir intensamente todas sus
aventuras, que incluso, muchas veces, comentábamos con nuestros compañeros del
colegio. También, los cuentos de hadas y los libros de aventuras, nos enseñaron
a soñar y a desarrollar el gusto por la lectura y además, por medio de ellos
conocimos lugares lejanos y maravillosos que todavía conservamos en la memoria,
amén, la capacidad de asombro, se mantuvo viva, lo que ayuda a que nuestro niño
interno esté con vida y, en momentos de difilcultad, nos hace la vida más
llevadera.
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