Por: Ángela María Taborda M.
Hoy me preguntaba sobre la muerte… ¿Cuándo moriré?, ¿Dónde será?... Y lo más aterrador de todo, ¿Cómo moriré? Me acerqué a mi madre angustiada a preguntarle todo esto… las mamás lo saben todo. No imaginé que me respondiera como lo hizo.
Empezó contándome que no soy la única en tener estas dudas, que hace décadas una mujer se preguntó exactamente lo mismo que yo, y que en su búsqueda encontró algo más que respuestas:
“Todos sabemos que algún día moriremos; lo malo o muy bueno, es que no sabemos el cómo, el cuándo y el dónde… el único ser que puede responder esa pregunta es precisamente la señora Muerte; pero, ¿Cómo lo sabe?...
Anabella, también conocida como Any, se interesó en este tema, hasta el punto de consultar por todas partes sobre ello… le preguntó a Viejos ancianos, consultó en bibliotecas, habló con brujas, hechiceras, magos, a las estrellas… en otras palabras se obsesionó de tal manera que dedicó todos sus recursos a esta causa.
Un día, uno de esos que ya eran regulares, se encontró sola en una calle llena de ocultismo y santería; una anciana le brindó ayuda a cambio de algunas monedas… le dijo que sabía exactamente lo que buscaba y que era sencillo y simple de solucionar; lo que Any buscaba era nada más y nada menos que algo que la anciana denominó “el calendario de la muerte”.
No había otra explicación…. Tenía que ser eso… Un calendario, ¿Por qué no lo había pensado?, se decía a si misma mientras buscaba lugares en su mapa en donde poder buscar.
Fue entonces a Atenas, Moscú, Alemania, Egipto, Gran Bretaña… y al final llegó a China, Asia era hermosa… además de mística y llena de secretos, tal vez encontraría allí lo que buscaba. Escuchó que habría una excavación arqueológica cerca de algunas ruinas, se decía que eran un monumento a la muerte… y que ella misma fue a la inauguración llevándose las almas de todos los arquitectos de esa obra hace más de 1000 años.
Any, estaba muy emocionada, ¡la expedición había dado sus frutos!... los arqueólogos encontraron un fragmento de lapida con diferentes tipos de grabados, no solo habían signos Chinos, sino aztecas, romanos, árabes, indios, sumerios, griegos en fin… una pieza de arte.
Al analizar el trozo de piedra caliza, vió que eran números posicionados en orden con pequeñas añadiduras y correcciones; Any estaba segura que había encontrado lo que quería.
De camino al museo de Wuzhen, en una aldea china, observó que a un lado de la vía, había una anciana tirada y lastimada acostada boca abajo. Cuando Any se acerca para ayudarla, descubre que es nada más y nada menos que la dueña de aquel fragmento que encontró.
-Regrésamelo… ¡Regrésamelo por favor!....
¡Era ella, la muerte!... Había perdido su calendario hacia más de 50 años y como no sabía a quién le llegaba la hora, pues, se llevaba al primero que se encontraba. Esa era una de las razones por las que había tanta muerte en el mundo.
Any llena de terror se montó en su auto y aceleró lo más que pudo, pero la muerte no permitiría que su calendario desapareciera nuevamente, así que hizo que el pequeño automóvil se estrellara y que la joven Anabella muriera al instante.
La muerte entonces, obtuvo nuevamente lo que le pertenecía, pero, siendo tan despistada volvió a perder su calendario.”
Mi madre terminó la historia, y con ella las ganas que yo tenía de saber cómo, cuándo y dónde moriría.
Hoy me preguntaba sobre la muerte… ¿Cuándo moriré?, ¿Dónde será?... Y lo más aterrador de todo, ¿Cómo moriré? Me acerqué a mi madre angustiada a preguntarle todo esto… las mamás lo saben todo. No imaginé que me respondiera como lo hizo.
Empezó contándome que no soy la única en tener estas dudas, que hace décadas una mujer se preguntó exactamente lo mismo que yo, y que en su búsqueda encontró algo más que respuestas:
“Todos sabemos que algún día moriremos; lo malo o muy bueno, es que no sabemos el cómo, el cuándo y el dónde… el único ser que puede responder esa pregunta es precisamente la señora Muerte; pero, ¿Cómo lo sabe?...
Anabella, también conocida como Any, se interesó en este tema, hasta el punto de consultar por todas partes sobre ello… le preguntó a Viejos ancianos, consultó en bibliotecas, habló con brujas, hechiceras, magos, a las estrellas… en otras palabras se obsesionó de tal manera que dedicó todos sus recursos a esta causa.
Un día, uno de esos que ya eran regulares, se encontró sola en una calle llena de ocultismo y santería; una anciana le brindó ayuda a cambio de algunas monedas… le dijo que sabía exactamente lo que buscaba y que era sencillo y simple de solucionar; lo que Any buscaba era nada más y nada menos que algo que la anciana denominó “el calendario de la muerte”.
No había otra explicación…. Tenía que ser eso… Un calendario, ¿Por qué no lo había pensado?, se decía a si misma mientras buscaba lugares en su mapa en donde poder buscar.
Fue entonces a Atenas, Moscú, Alemania, Egipto, Gran Bretaña… y al final llegó a China, Asia era hermosa… además de mística y llena de secretos, tal vez encontraría allí lo que buscaba. Escuchó que habría una excavación arqueológica cerca de algunas ruinas, se decía que eran un monumento a la muerte… y que ella misma fue a la inauguración llevándose las almas de todos los arquitectos de esa obra hace más de 1000 años.
Any, estaba muy emocionada, ¡la expedición había dado sus frutos!... los arqueólogos encontraron un fragmento de lapida con diferentes tipos de grabados, no solo habían signos Chinos, sino aztecas, romanos, árabes, indios, sumerios, griegos en fin… una pieza de arte.
Al analizar el trozo de piedra caliza, vió que eran números posicionados en orden con pequeñas añadiduras y correcciones; Any estaba segura que había encontrado lo que quería.
De camino al museo de Wuzhen, en una aldea china, observó que a un lado de la vía, había una anciana tirada y lastimada acostada boca abajo. Cuando Any se acerca para ayudarla, descubre que es nada más y nada menos que la dueña de aquel fragmento que encontró.
-Regrésamelo… ¡Regrésamelo por favor!....
¡Era ella, la muerte!... Había perdido su calendario hacia más de 50 años y como no sabía a quién le llegaba la hora, pues, se llevaba al primero que se encontraba. Esa era una de las razones por las que había tanta muerte en el mundo.
Any llena de terror se montó en su auto y aceleró lo más que pudo, pero la muerte no permitiría que su calendario desapareciera nuevamente, así que hizo que el pequeño automóvil se estrellara y que la joven Anabella muriera al instante.
La muerte entonces, obtuvo nuevamente lo que le pertenecía, pero, siendo tan despistada volvió a perder su calendario.”
Mi madre terminó la historia, y con ella las ganas que yo tenía de saber cómo, cuándo y dónde moriría.
muy buena la historia!!! la lei toda
ResponderEliminarsebastian londoño 7-2