viernes, 21 de septiembre de 2012

LOS RETOS NO LA INTIMIDAN


Perfil de María Margarita Agudelo Velásquez
Por Elodia María Meléndez Urango






La historia del personaje que nos ocupa en este artículo es interesante, es atractiva y seguro atraerá la atención de más de un lector, sobre todo si tienen sueños y metas trazados. Ella es emprendedora y luchadora, asume y enfrenta retos. Es alguien como nosotros que creció con carencias y dificultades, pero que gracias a su tesón y empuje, logró superarse y salir adelante en forma destacada; tal vez más notoriamente que quienes en su infancia y adolescencia pudieron tenerlo todo.
Su nombre es María Margarita Agudelo Velásquez, rectora de la institución educativa Gabriel García Márquez, nacida en la época de los años cincuenta y egresada de la Normal Superior Genoveva Díaz, del municipio de San jerónimo, en donde siempre vivió. Allí tiene inicio su historia, allí creció y se educó con esfuerzo, pero siempre con disciplina y compromiso. Los útiles prestados y los uniformes heredados de otras niñas con mejores condiciones económicas, sus zapatos en ocasiones rotos y su pié que a veces había que cubrir con bolsa plástica para que no le entrara el agua; su casa sin comodidades y con lo esencialmente necesario para protegerse y descansar, no le impedían destacarse ante sus compañeros y el colegio, siendo la mejor del grupo.
Sus padres eran pobres y se ausentaban con frecuencia para trabajar, pero esas ausencias no eran impedimento para que la madre la animara a salir adelante, a estudiar y esforzarse “para que nadie la humille después” le repetía constantemente a su regreso, exigiéndole cada vez mejor desempeño en sus estudios; lo cual la impulsaba a ser disciplinada y responsable con sus tareas y lecciones, aunque cuando más grandecita tuviera que sacar tiempo para lavar ropa ajena y de esta manera costearse sus necesidades.

Su niñez no fue llena de cosas, no tuvo juguetes, ni regalos ni estrenes, pero piensa que fue una época sana y bonita, pues las dificultades fueron el impulso que fortaleció su voluntad y su espíritu de trabajo. Fue educada por religiosas Teresitas y aprendió de ellas principios y valores que la guiaban cada vez mejor hacia el alcance de sus metas. Su madre, Virgelina Velásquez, era su motor, siempre animándola a salir adelante, la cual disfrutaba ir a reuniones de padres de familia para escuchar a los profesores que la felicitaban diciéndole: “Usted tiene una joya”, dado el destacado desempeño de su hija en las clases.

Ella, con sus metas claras, de superarse para no repetir la historia de sus progenitores, en el bachillerato persistía en su meta de estudiar mucho para ganarse una beca para la universidad; así que sin tiempo para juegos, amigas, paseos o diversiones, se concentraba en aprender fórmulas, dominar lecciones, preparar exposiciones, y conservarse en el primer lugar; pues en su colegio, el premio al mejor normalista era una beca para ingresar a la educación superior. No obstante, los errores profesionales siempre han existido, y la educación no es la excepción. En ese último grado, sus profesoras, religiosas por demás, consideran que por su pobreza, no podría asistir a la universidad y aprovechar la beca, entonces la desplazan de su primer puntaje, para que sea otro de sus compañeros el que resulte beneficiado.

Bajo estas circunstancias, empieza su labor docente en los años setenta, en municipios de Antioquia como Santo Domingo y Cañas Gordas; en este último se destacó por su dinamismo y capacidad de gestión; por tanto fue reconocida por sus jefes y ascendida prontamente a directora, dada su organización y compromiso. Laboró durante 16 años en ese lugar, posicionando a la escuela “Lucía de Martínez” en ejemplo de organización y proyección en la región. En ese lapso hace efectiva su licenciatura en educación preescolar, con la universidad San Buenaventura, en la modalidad de educación a distancia; de igual manera, realiza una maestría en Desarrollo Educativo y Social con el CINDE en convenio con la Universidad Pedagógica de Bogotá, también a distancia.
Cuando es trasladada a esta ciudad (año 1994), su destino es la Escuela Integrada Villa Liliam, hoy I.E. Gabriel García Márquez; y lo primero que encuentra son referencias negativas del sector y un local de seis salones de madera y con piso de tierra, sin muros que delimiten el terreno; sin embargo, está acostumbrada a los retos y los asume con determinación, sin intimidarse; así que se lanzó a la experiencia de regir este colegio que en ese entonces tenía 10 maestros y 280 alumnos y hoy suman más de 50 docentes y alrededor de dos mil estudiantes.
Y es que María Margarita asumió este nuevo reto como propio, gestionando desde lo pedagógico, lo administrativo y lo logístico, para transformar la planta física, los procesos y las concepciones de directivos y habitantes, quienes creían que por los antecedentes de violencia del sector, no se podía aspirar a un centro educativo de calidad; de esta manera, fue creando paulatinamente, los preescolares, el bachillerato básico, la media académica, la media técnica y los convenios para avalarla; siempre tocando puertas, venciendo obstáculos; todo con un único objetivo: convertir la vieja escuelita, en una gran institución educativa, y en razón a ello, obtuvo desde el año 2008, el sello de calidad Icontec y ser incluida hoy por secretaría de educación, en la lista de los 10 mejores colegios oficiales de la capital antioqueña

Esta emprendedora mujer, sorteadora de retos se define como una persona “alegre que disfruta el baile, caminar, pasear, compartir con la gente y trabajar con mucho amor, porque esto último permite a la vez, disfrutar de diversas satisfacciones”. Su meta “es ser feliz”, y desde niña lo fue, aunque sin posesiones materiales. Tiene como lema “hacer el bien sin mirar a quien”, ya que le gusta compartir lo que tiene y servir desinteresadamente.

Márgara como le decimos algunos, piensa que la familia es lo más importante, ella es fuente de paz y sosiego y motor e impulso para evolucionar y alcanzar los sueños. Afirma que “nadie se realiza solo”, por tanto hay que apoyarse mutuamente, porque “al buen hijo y buen hermano, la vida lo premia”. En realidad hay unos lazos muy fuertes entre ella y su familia. Su única hermana Olga Lucía Agudelo, también docente, no disimula el gran cariño y admiración por ella cuando afirma: “Las bases de mi formación como docente se las debo a mi hermana, que con su ejemplo me enseñó lo que debe ser, saber y hacer un verdadero maestro. Como diría Atahualpa Yupanqui, "esas cosas no enseñan los libros porque la vida tienen otras letras". Por su parte, su hijo menor, Jhovanny, al pedírsele alguna vez su opinión sobre su madre, escribiría: “La admiro porque nunca ha dejado de soñar, de seguir creciendo profesionalmente; porque nunca abandona una causa por adversa que parezca, porque confía en los sueños de los demás, porque viniendo de un hogar humilde, hoy es la madre profesional exitosa que muchos de mis amigos quisieran tener y porque siempre ha pensado que no hay metas imposibles. Me siento muy orgulloso de lo que ella es y de donde viene”.

En los pocos espacios de diálogo que sus ocupaciones le permiten, afirma que es mujer de pocas amistades, porque el trabajo y la familia la absorben, sin embargo, en las pocas amigas que tiene se percibe de inmediato el cariño que inspira y la admiración que despierta. Así piensa de ella Lina Echeverri compañera de luchas institucionales y amiga personal: “poder decir que la rectora es mi amiga y casi madre, suena un poco raro pero es la realidad, es el angelito que me escucha, con el que comparto alegrías, tristezas y preocupaciones; además nos brindamos un apoyo incondicional para solucionar cualquier dificultad, eso sí, por encima de esa Amistad está la responsabilidad y cumplimiento estricto de las labores y funciones.

Es una maestra y líder, de ella he podido aprender desde lo simple pero primordial, como mantener una sonrisa, hasta lo complejo, como es gestionar procesos Institucionales”.


Así es Margarita, mujer de grandes calidades. No es perfecta, es profesional y muy humana. Y La vida, que tiene sus compensaciones, se lo ha reconocido en dos importantes galardones concedidos por Secretaría de Educación, en los premios “Ciudad de Medellín a la calidad de la educación” del año 2010. Se trata del “Escudo Ana Madrid Arango”, Categoría Oro, por mejor directiva docente de institución educativa oficial, como reconocimiento a su organización y gestión en torno a la transformación del colegio a su cargo. Y claro, su institución del alma no podía quedarse atrás así que ese mismo año fue premiada entre todas las que se postularon como “Institución oficial con mejor proceso de Mejoramiento”. Sí, muy bien por los premios, este es el producto de su lucha constante, ella se los merece, la vida no se queda con nada, todo lo devuelve.

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