¿ES
POSIBLE INCIDIR EN EL DESARROLLO DEL
AUTOCONTROL DE LAS EMOCIONES, DESDE CASA Y EL COLEGIO?
Por Leidy Torres Álvarez, Docente
Sección San Vicente
En un contexto como el colombiano, donde convergen multiplicidad de
ambientes sociales, culturales, lingüísticos, pautas y prácticas de crianza, se
crean diferencias que en la mayoría de los casos conducen a conflictos debido a
la poca compresión, intolerancia, escasa capacidad para solucionar problemas,
falta de autocontrol emocional, irrespeto e insuficiente reconocimiento del
otro; aspectos que se ven reflejados en los comportamientos
de una comunidad (familia, escuela, barrio, iglesia, entre otros). Desde esta perspectiva,
cobra importancia una formación desde la primera infancia en el desarrollo de
competencias socioemocionales, que permitan establecer relaciones sociales
empáticas, solidarias, respetuosas, donde se puedan manifestar las emociones,
sentimientos en palabras coherentes con un tono adecuado.
Según Salovey y
Mayer la inteligencia emocional (IE), se define como “la capacidad para
supervisar los sentimientos y las emociones de uno/a mismo/a y de los demás, de
discriminar entre ellos y usar esta información para la orientación de la
acción y el pensamiento propio” (Salovey y Mayer, 1990 citados en Martínez, Pisqueras & Ramos,
2010). Siguiendo a Mayer, Salovey y
Caruso, la IE se refiere a la habilidad para percibir y expresar emociones con precisión, para conocerlas y
comprenderlas; habilidad para emplear los sentimientos de tal modo que
faciliten el pensamiento; habilidad para conocer el significado de las
emociones y capacidad para razonar y solucionar problemas sobre la base de
aquellas. Igualmente se refiere a la habilidad para regular las emociones de
uno mismo y de los demás.
(Contini;
s.f.: 70).
Muchos se preguntaran
¿y cómo desde el colegio y la casa podemos llegar a incidir en el desarrollo
del autocontrol de las emociones?, hay diversas situaciones que a simple vista
parecieran no contribuir al desarrollo y fortalecimiento del autocontrol en los
niños y las niñas. Pero con acciones tan simples de la cotidianidad como hacer esperar al niño o niña su turno,
permitirle que hable y cuente lo que siente de forma clara y coherente en el instante mismo que sucedió el incidente,
procurando unas pausas para ello, posibilitando espacios que le permitan
aprender a leer y reconocer las emociones en el otro, ayudándole a comprender
que, aunque las cosas no salieron de la forma que el pretendía, pueden tener
solución.
De igual forma ayudándolos
a encontrar diversas soluciones a un solo problema, posibilitando durante los
diferentes encuentros el respeto y la escucha del otro, permitiéndole expresar
su sentir frente a situaciones problema.
Cabe anotar que
autocontrol o autorregulación emocional no significa reprimir las emociones
hasta el punto de eliminarlas, más bien hace relación a la manera más adecuada
de dejarlas salir y expresarlas a las
otras personas. Interesante sería que en los hogares y en las instituciones
educativas se tuviese en cuenta esta aspecto y se empezara a poner en práctica
en la cotidianidad de cada uno.
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