domingo, 20 de octubre de 2013

¿ES POSIBLE INCIDIR EN EL  DESARROLLO DEL AUTOCONTROL DE LAS EMOCIONES, DESDE CASA Y EL COLEGIO?

Por      Leidy Torres Álvarez, Docente Sección San Vicente

En un contexto como el colombiano, donde convergen multiplicidad de ambientes sociales, culturales, lingüísticos, pautas y prácticas de crianza, se crean diferencias que en la mayoría de los casos conducen a conflictos debido a la poca compresión, intolerancia, escasa capacidad para solucionar problemas, falta de autocontrol emocional, irrespeto e insuficiente reconocimiento del otro;  aspectos  que se ven reflejados en los comportamientos de una comunidad (familia, escuela, barrio, iglesia, entre otros). Desde esta perspectiva, cobra importancia una formación desde la primera infancia en el desarrollo de competencias socioemocionales, que permitan establecer relaciones sociales empáticas, solidarias, respetuosas, donde se puedan manifestar las emociones, sentimientos en palabras coherentes con un tono adecuado.

Según Salovey y Mayer la inteligencia emocional (IE), se define como “la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno/a mismo/a y de los demás, de discriminar entre ellos y usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propio” (Salovey y Mayer, 1990  citados en Martínez, Pisqueras & Ramos, 2010).  Siguiendo a Mayer, Salovey y Caruso, la IE se refiere a la habilidad para percibir y expresar emociones con precisión, para conocerlas y comprenderlas; habilidad para emplear los sentimientos de tal modo que faciliten el pensamiento; habilidad para conocer el significado de las emociones y capacidad para razonar y solucionar problemas sobre la base de aquellas. Igualmente se refiere a la habilidad para regular las emociones de uno mismo y  de los demás. 
                                                                        (Contini; s.f.: 70).

Muchos se preguntaran ¿y cómo desde el colegio y la casa podemos llegar a incidir en el desarrollo del autocontrol de las emociones?, hay diversas situaciones que a simple vista parecieran no contribuir al desarrollo y fortalecimiento del autocontrol en los niños y las niñas. Pero con acciones tan simples de la cotidianidad  como hacer esperar al niño o niña su turno, permitirle que hable y cuente lo que siente de forma clara y coherente  en el instante mismo que sucedió el incidente, procurando unas pausas para ello, posibilitando espacios que le permitan aprender a leer y reconocer las emociones en el otro, ayudándole a comprender que, aunque las cosas no salieron de la forma que el pretendía, pueden tener solución.
De igual forma ayudándolos a encontrar diversas soluciones a un solo problema, posibilitando durante los diferentes encuentros el respeto y la escucha del otro, permitiéndole expresar su sentir frente a situaciones problema.


Cabe anotar que autocontrol o autorregulación emocional no significa reprimir las emociones hasta el punto de eliminarlas, más bien hace relación a la manera más adecuada de dejarlas salir  y expresarlas a las otras personas. Interesante sería que en los hogares y en las instituciones educativas se tuviese en cuenta esta aspecto y se empezara a poner en práctica en la cotidianidad de cada uno. 

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